viernes, 4 de noviembre de 2022

Cristóbal Balenciaga

 CRISTÓBAL BALENCIAGA

Cristóbal Balenciaga Eizaguirre (Guetaria, Guipúzcoa; 21 de enero de 1895-Jávea, Alicante;​ 23 de marzo de 1972), conocido simplemente como Balenciaga, fue un prestigioso diseñador de moda español, considerado uno de los creadores más importantes de la alta costura, que desempeñó su trabajo principalmente en la ciudad de París durante más de tres décadas. Anteriormente tuvo una formación de sastre y diversas marcas propias en España.​ Contemporáneo de Coco Chanel y Christian Dior, es el modista de alta costura español más importante de la historia junto a Manuel Pertegaz y Elio Berhanyer.

Nació en la pequeña localidad vasca de Guetaria (Guipúzcoa), en España, en el seno de una familia humilde y católica. Su padre era un pescador que murió en el mar y su madre costurera.



Desde pequeño soñaba con ser modista y en sus ratos libres dibujaba los grandes diseños que veía. A los trece años, la VII marquesa de Casa Torres (abuela de la futura reina Fabiola de Bélgica), que veraneaba en Guetaria, se sintió conmovida ante las ansias que tenía el joven por aprender el oficio de la moda, y decidió plantearle un reto. Le entregó un trozo de tela junto a uno de sus más exclusivos vestidos, con el objetivo de que él lo copiara y demostrara su talento. El resultado contentó tanto a la marquesa, que de ahí en adelante se convirtió en su mecenas.


Durante los años 1918-1924 se juntó con las hermanas Lizaso, y formaron la casa Balenciaga Lizaso. Finalmente se separaron a causa de una discusión.

Tras unos años de incipiente éxito, Balenciaga abrió una tienda llamada Eisa (como homenaje a su apellido materno) en San Sebastián, en 1919, que se expandiría hacia Madrid y Barcelona.​ La Familia Real española y la aristocracia llevaban sus diseños. Cuando estalló la guerra civil española, se vio forzado a cerrar sus tiendas, y se trasladó a París. Balenciaga abrió su taller parisino en la avenida George-V en agosto de 1937

Impuso un estilo totalmente innovador, presentando una línea de hombros caídos, cintura pinzada y caderas redondas. Es a partir de los años 1950 cuando empieza a ser reconocido y despliega toda su creatividad.

Manifestó predilección por los tejidos con peso, que se enriquecían con bordados a mano, lentejuelas o pedrería.


Destacan los vestidos negros, los abrigos cuadrados sin cuello ni botones, la manga japonesa, el vestido túnica o los impermeables transparentes.



Balenciaga era capaz de montar un vestido con un paño de tela, sin apenas cortes ni costuras, en poquísimo tiempo. Su habilidad en crear volúmenes y formas fue asombrosa; daba a las prendas un acabado perfecto, casi escultórico, encubriendo todas las botonaduras y puntadas de hilo. Su nivel de exigencia le llevaba a desarmar un vestido entero si no quedaba a su plena satisfacción. Creaba diseños exclusivos para sus mejores clientas sin necesidad de pruebas; la misma Marlene Dietrich afirmó que Balenciaga conocía sus medidas y que ninguno de sus vestidos exigió retoques.


Fue un apasionado de los grandes maestros de la pintura española, especialmente de Velázquez y Goya, aunque sus modelos también muestran influencias cubistas. Se ha dicho que su percepción de la mujer era más japonesa que occidental. Por ejemplo, aunque sus modelos no resultan eróticos a los ojos occidentales —porque son unos volúmenes que encierran o protegen a la mujer— destacan mucho la nuca, un elemento muy erótico en Japón.


La lista de sus clientas de la alta sociedad y del mundo del espectáculo es muy larga. Además de Marlene Dietrich incluye a Greta Garbo, Grace Kelly, Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jackie Kennedy... Hizo los vestidos de boda de su majestad6​ la reina Fabiola de Bélgica (ahora conservado en el Museo Balenciaga de Guetaria) y de la duquesa de Cádiz​ (ahora en la colección del Museo del Diseño de Barcelona). Una de sus principales admiradoras y cliente fue la millonaria estadounidense Rachel L. Mellon, para quien realizó cientos de piezas, actualmente en el Museo Balenciaga en Guetaria.


Era una figura legendaria en el mundo de la moda y de la alta sociedad, no solo por sus diseños sino también por su carácter reservado y su método de trabajo riguroso y discreto. Recibía a sus clientes mediante cita previa y organizaba desfiles privados. No le gustaban las multitudes ni la vida mundana. Guardó con celo su vida privada.

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